Llega una de las temporadas estrella para los amantes de los bosques, las rutas por la montaña y la micología; la venida del otoño no sólo significa un cambio paisajístico, sino también la vuelta de los hongos y setas sorianas. Nuestra provincia es una de las más célebres por su gran oferta micológica y esto la convierte en uno de los principales destinos turísticos de esta época.
Vamos a hacer un breve recorrido por aquellas variedades comestibles que más abundan en nuestras inmediaciones. Las tormentas de este verano por los pinares cercanos y las lluvias pasadas y previstas para las próximas jornadas nos hacen soñar con una campaña más fructífera que las anteriores.
Además, ha de saber el lector que es necesario disponer de licencia para su recolección. Esta puede ser obtenida por medio de la web de la Asociación de Montes de Soria.
Setas de cardo
Como su nombre indica, crecen en zonas de pasto o claros de bosque donde abunden los cardos. Su color es pardo aunque también podemos encontrarlas de color beige. Consideradas por muchos como las setas más finas, en la cocina pueden acompañar a un buen guiso de carne o cocinarse solas con una salsa sencilla que no desvanezca su suave sabor.
Senderillas
De pequeño tamaño, no más de 6 cm de diámetro habitualmente, crecen agrupadas formando corros o hileras en praderas húmedas. Su color es marrón y su pie largo, fino y endeble. También son ideales para acompañar carnes o en un revuelto con huevos.
Boletus edulis
Son los reyes de nuestros montes. Su fama y sabor les han convertido en unos de los más cotizados en lonjas y restaurantes. Crecen en casi todo tipo de bosques como pinares, robledales, hayedos… Sus sombreros son pardos en la parte superior y sus pies gruesos y de color blanco en el interior. La mejor forma de apreciar su sabor es haciéndolos a la plancha en finas láminas, pero también pueden ser rebozados o servidos en un revuelto con huevos tal y como hacemos en nuestro restaurante.
La familia de los boletus no termina aquí y podemos encontrar boletus pinícola, aereus o negros, boletus de roble…
Níscalos
Quizás sean los ejemplares más fáciles de encontrar por su vistoso color naranja. Con tamaños de lo más variados que pueden alcanzar más de 20 cm, son los más abundantes del otoño e incluso pueden sobrevivir hasta mediados de invierno si las temperaturas no son muy severas. Las formas de prepararlos también son muy variadas, desde su preparación al horno, rebozados, con patatas o en un guiso de carne.
Champiñones
Al igual que senderillas o setas de cardo, los champiñones salen tanto en primavera como en otoño. Crecen en zonas de pasto y praderas formando corrillos y su color blanco delata su presencia a distancia. En muchas zonas los pinchos de champis al horno son una tapa estrella con un aliño de aceite, ajo y perejil.
Parasoles
Deben su nombre a la forma que alcanzan sus sombreros en la fase adulta, similar a una sombrilla. Pueden llegar a tener tamaños considerables con un pie de hasta 40 cm. Propio de los prados y claros de bosque, pueden aparecer incluso a últimos de verano junto con el otoño. En la cocina pueden hacerse al ajillo, con salsa e incluso en tortilla.
Nosotros dejamos aquí el blog de hoy, pero son muchos más los tipos de setas a degustar por estas tierras como, por ejemplo las colmenillas, los perrochicos, algunas amanitas…
¡Hasta pronto!