Esta vez dedicaremos nuestro blog a uno de esos discretos lugares que también es necesario descubrir, hablamos de La Cuenca, pueblo medieval desconocido tan cercano a nuestro hotel que también merece una visita.
Parece mentira y sin embargo es parte de su encanto, que este rinconcito medieval pase bastante inadvertido turísticamente hablando. Aquí también podemos pensar que hace siglos se detuvo el reloj y pasear por sus calles es todo un viaje en el tiempo. Este pequeño núcleo de población puede parecer eclipsado por la célebre villa de Calatañazor, pero en realidad, es el complemento ideal para un recorrido por la zona donde ambas localidades forman un tándem perfecto junto con los atractivos naturales colindantes.
La arquitectura de La Cuenca
Hablemos de su rasgo más característico y que le ha valido su declaración como Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Etnológico. Según la información consultada, su conjunto de casas se mantiene prácticamente íntegro desde el S.XVIII, algo realmente apasionante. Es por ello que la mayoría de las construcciones siguen siendo un claro ejemplo de la arquitectura popular serrana. Generalmente las viviendas presentan 2 alturas, donde la primera está construida en piedra de mampostería y la segunda es un entramado de madera.
Pero si hay un elemento estrella esa es la chimenea. Estos hogares son de grandes dimensiones llegando a tener hasta 3 metros de altura y hasta 4 de diámetro. Lo que nosotros percibimos desde el exterior son unos conos recubiertos de tejas a modo de escamas protectoras que culminan con 3 o 4 maderos unidos en punta en su parte superior. Sin embargo, su entramado interno está formado por varas de sabina o enebro de la zona y recubierto mezclado con barro y cubierto de cal. Si tenéis oportunidad de verlas desde dentro son todo un espectáculo.
Un paseo por sus calles
En nuestra excursión por La Cuenca descubrimos con mucho gusto que está cuidado hasta el más mínimo detalle. Por ejemplo, los contadores de la luz están tapados con cajitas de madera para no desentonar con la tónica rústica y sus calles están bastante bien conservadas. Con apenas una docena de habitantes en invierno, no tiene bar aunque sí un local de su asociación de vecinos que cuenta con un gran número de miembros.
La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción aún guarda rasgos de estilo románico y el lavadero conserva su esencia de antaño.
Además, a las afueras de la localidad encontramos una pequeña exposición al aire libre con los elementos protagonistas de la zona como son la madera de sabina, un antiguo potro de herrar caballos y el entramado desnudo de una chimenea cónica.
La excursión más completa
Como ya hemos comentado, esta aldea está muy bien rodeada para pasar una entretenida jornada. La mayoría de la gente llega hasta los alrededores de La Cuenca y pasa cerca sin saber que existe. Los viajeros que hacen el trayecto Soria-El Burgo de Osma o visitan el entorno con ánimo de ver Calatañazor suelen desconocer su atractivo. Por ello, la recomendación ideal es exprimir al máximo nuestra Sierra de Cabrejas pasando por el Monumento Natural de La Fuentona, el Sabinar de Calatañazor, la villa de Calatañazor, Aldehuela de Calatañazor y poner la guinda al pastel con La Cuenca. Además, la Casa del Parque del Sabinar y La Fuentona os ayudará a conocer mucho mejor la fauna y flora del lugar y también la arquitectura protagonista de este blog.