Desde El Cielo de Muriel somos defensores del rico patrimonio que nos rodea y por eso visitamos San Esteban de Gormaz, cuna del románico porticado.
Por su estratégica posición junto al Duero fue plaza disputada durante los siglos IX y XI entre cristianos y musulmanes pasando de unas manos a otras. Es finalmente en el siglo XI, tras la grave crisis califal, cuando quedaría definitivamente incorporada a la línea defensiva del reino de la cruz. Así pues, en esta fecha pasa a ser una villa importante en la repoblación de la meseta que llevó a cabo Alfonso VI tras la conquista de Toledo.

De este histórico pueblo ribereño ubicado a 46 km de nuestras instalaciones destacamos su papel fundamental en el románico castellano como veremos a continuación.
Románico porticado pionero
Empezamos por decir que la provincia de Soria posee más de 400 edificios de este estilo siendo una de las más importantes a nivel nacional en lo que a «románico rural» se refiere.
Muy probable es que en el año 1081se edificara por primera vez una galería porticada románica en el reino de Castilla. Sería concretamente en la Iglesia de San Miguel, por el maestro Julián como indican los grabados de uno de sus canecillos, aunque se disputa ser el primero de estos templos con la iglesia de San Salvador de Sepúlveda.

Pero San Esteban no sólo cuenta con esta bella iglesia románica, sino que a no muchos metros nos espera Santa María del Rivero, también con galería aunque algo posterior, erigida a principios del s.XII. Ambas dominan la localidad desde su parte alta, cerca del barrio de bodegas.

Podemos decir que esta segunda edificación es algo menos tosca por estar construida con sillares mientras que San Miguel se compuso de calicanto. Aunque las 2 comparten motivos ornamentales, son más curiosas las escenas detalladas en el Rivero. No obstante, nosotros nos quedamos con el ajedrezado de San Miguel, que después se extendería hacia el oeste.
La utilidad de estas galerías
Estas arquerías cubiertas y ubicadas por lo general al lado sur de los templos, el más cálido y soleado, tenían más de un uso. Hoy en día podríamos pensar que su función era puramente religiosa, pero nada más lejos de la realidad.

Se puede decir que eran fórmulas arquitectónicas polivalentes. En ellas los valientes moradores que repoblaban la «extremadura» del norte del Duero, expuestos a posibles ataques sarracenos, desarrollaban los actos públicos de su día a día. Así pues eran aprovechadas para todo tipo de actos cívicos, sociales e incluso políticos y judiciales. Muchas de ellas también fueron lugar de enterramiento. De esta manera fueron desde emplazamientos de celebración de concejo, a sitios de tertulia y juego, sin dejar de lado la función evangelizadora que ejercían las escenas bíblicas representadas en sus capiteles y canecillos para una población eminentemente analfabeta.
Un paseo por San Esteban
Nos encontramos en un pueblo declarado Conjunto Histórico Artístico desde 1982 y Bien de Interés Cultural en 1995. Así que, ya que hemos venido hasta aquí para ver su románico, no podemos marchar sin descubrir los otros muchos encantos que la villa nos ofrece y que la hacen merecedora de tales denominaciones.
Aprovechando su proximidad con las iglesias protagonistas de nuestro blog, es imprescindible dar un paseo por el barrio de bodegas que dominan la parte alta de la localidad. Aquí seremos conscientes de la importancia de la vitivinicultura en la zona. Son decenas de estas excavaciones las que todavía se conservan, algunas adosadas a cuidados merenderos. Además, es posible visitar el Lagar de San Miguel, al más puro estilo tradicional, siempre previa reserva en la oficina de turismo.

Tampoco podemos olvidar que estamos a los pies de su castillo de origen musulmán. En la actualidad sólo se conserva una pared de lo que debió ser tan magnánimo edificio que, por razones de seguridad, fue dinamitado allá por los años sesenta. Aún así es recomendable ascender hasta su emplazamiento en el cerro que vigila la zona porque ofrece una panorámica especialmente bonita al atardecer.

Y ya que estamos siguiendo un orden en nuestro trayecto, seguimos nuestros pasos por el corazón del casco urbano. La esencia medieval de palpa en el ambiente. Desde la Plaza Mayor a sus calles porticadas y la iglesia de San Esteban Protomártir que se intercala entre restos de paños y cubos de muralla.

Desde aquí puedes acercarte a las orillas del Duero y contemplar su extenso puente medieval con nada más y nada menos que 16 ojos.

Nos acercamos al final nuestro periplo dejándonos llevar por la corriente del río hasta el Paseo de la Rambla. Una extensa zona entre chopos y álamos perfectamente acondicionada para caminar en cualquier época del año y para el baño durante el verano.

Recomendación
Para terminar es necesario decir, que si hay algún amante del enoturismo entre los lectores, es posible hacer visitas a varias bodegas del municipio donde seguir paso a paso el proceso de elaboración de estos caldos con Denominación de Origen Ribera del Duero.