Viajar en el tiempo es muy fácil si decides visitar la villa medieval de Calatañazor. Hablamos de uno de esos preciosos pueblos sorianos que bien merecería estar entre los más bonitos de España. Conserva perfectamente y casi intacta la morfología de los siglos pasados, siglos de batallas y pugnas por el territorio. La distancia que separa El Cielo de Muriel del destino de hoy es sólo de 16 km. Como siempre decimos, tenemos un entorno inmediato lleno de posiblidades. En esta ocasión la naturaleza cede el protagonismo al patrimonio con este conjunto arquitectónico que bien sirvió para inspirar al mismísmo Orson Welles.
Un paseo por sus calles
A medida que nos acercamos a la población comprobamos desde la lejanía que se asienta sobre un alto flanqueado por una muralla. Esta junto con la roca natural del cerro y la orografía de la zona debieron hacerla casi inexpugnable. No es de extrañar que lo primero que nos reciba para acceder a su interior sea una generosa cuesta por la que discurre la mayoría del trasiego de visitantes.
Calles empedradas, soportales, adobes y entramados de madera son la tónica general de nuestro paseo medieval. Nosotros invitamos al turista a callejear por todos sus rincones. Es posible descubrir un colmenar reconvertido en restaurante, bajar a los pies de la muralla, comprar souvenirs y productos sorianos en alguna de sus tiendas… Siempre evidenciando el mimo y respeto con el que se conservan y restauran todas las edificaciones para mantener la armonía y la estética de tiempos pasados.
Patrimonio
Llama la atención que para ser un pueblo tan pequeño tenga 3 templos románicos. El más importante, por su utilidad y sus dimensiones, es la iglesia de Santa María del Castillo. Nos espera a la izquierda de la subida principal, a media altura entre la entrada y la parte final de la ascensión. Con el cementerio adosado, juega a hacer las veces de muralla pues nada hay entre sus paredes y la caída al desfiladero. Su puerta, llena de refuerzos de hierro es el complemento ideal para dar un toque más histórico si cabe a sus arcos de medio punto. De este mismo estilo pero extramuros, encontramos las ermitas de la Virgen de la Soledad y de San Juan, esta última lamentablemente en ruinas.
Su rollo jurisdiccional nos espera en la Plaza Mayor. Originario del siglo XV, nos indica la categoría de villa de Calatañazor. Junto a este resulta curioso ver una piedra que llaman del Abanico que toma su nombre de la huella fosilizada de una hoja de palmera plasmada en su superficie.
El colofón monumental lo pone el castillo de los Padilla que encumbra el pueblo. Data del siglo XII aunque fue remodelado 3 centurias más tarde. Poco queda de lo que en su día fue y que daría nombre a la localidad pues Calatañazor deriba de Calat al-nasur cuyo significado es «castillo de buitres». Es posible pasear por sus restos, asomarse junto a la muralla y subir hasta lo alto de la torre del homenaje convertida en mirador. Desde allí las vistas sobre los tejados del caserío repleto de chimeneas cónicas y sobre el Valle de la Sangre, ponen punto final a nuestro recorrido. Pendiente dejamos el descenso a la pequeña necrópolis altomedieval ubicada a los pies del castillo con un montículo de roca caliza donde entre los siglos XI y XII fueron esculpidas tumbas antropomorfas y de bañera.
La leyenda
Ascendiendo por la calle principal podrás ver en una pequeña plaza a la derecha, un busto muy significativo en la historia de este lugar. Según el dicho, Almanzor, un temeroso caudillo musulmán que llegó a saquear Santiago de Compostela llevándose las campanas de su catedral, fue herido de muerte aquí y de ahí viene “Calatañazor, donde Almanzor perdió el tambor». Posteriomente, fallecería en el pueblo también soriano de Bordecorex y sería enterrado en Medinaceli aunque nada hay de seguro en todo esto pues nunca se han hallado sus restos. Si tienes curiosidad sobre esta leyenda no te pierdas este enlace.